martes, 6 de julio de 2010

Estados Unidos desde el sur

Ayer lunes, 5 de julio, primer día hábil después de la derrota de Argentina en el Mundial.

Es costumbre preguntar en la escuela primaria a los chicos, cada día, qué novedades hubo, qué cumpleaños festejaron y las efemérides. 

Facundo, con sus ojos limpios y su carita redonda y blanca dijo: "Ayer fue el aniversario de la independencia de los Estados Unidos".  Las reacción de la docente que escuchaba pasó de exigir la fecha de la independencia argentina a comentar la vergüenza de la sociedad actual que conoce de otros y desconoce la propia historia. Sin reconocimientos a quien no habló de fútbol, ni felicitaciones por su conocimiento general.

No puedo menos que preguntarme si la maestra en cuestión sabe lo que significó la independencia del país más cuestionado de la actualidad, el más beligerante y más omnipresente. 

¿Cuántos argentinos tienen en sus preferencias al cine argentino antes que el estadounidense?, ¿cuántos de sus hijos desprecian el inglés?, ¿cuántos no han visto los clásicos dibujitos animados de todos los tiempos, tanto de Disney, Warner Brothers o la extinta Metro-Goldwyn-Mayer sólo por nombrar ultraconocidas productoras?

La cuestión no carece de gravedad. Apremiar al alumno por no preferir como tema a los indígenas antes que a Stars Wars no es camino para estimular el conocimiento. Prueba de ello es que vienen arengando a sus chicos sin mayores resultados. Al final del secundario no saben mucho de aquello que les exigieron y esto significa el fracaso rotundo de los medios utilizados. El reto sobre el estímulo no funciona.

¿Es ilegítimo esperar que los chicos conozcan más de lo propio que de lo ajeno? No lo es. Es un principio elemental de supervivencia el entender el medio donde uno se mueve, qué lo determina, cómo funciona. El niño argentino tiene sus pies en el sur y parte de su corazón en el norte y demasiadas veces no sabe dónde está parado: aquí.

Mientras los docentes se nieguen sistemáticamente a entender el poder de los Estados Unidos en la vida cotidiana no podrán "contra el enemigo", que ese enemigo se sienta a la mesa cada vez que encienden el televisor, escuchan música o usan un celular.

El problema no es sólo lo que hacen ellos. Es lo que hacemos nosotros.  Ser mejores es el único camino, el único que atiende a la misma esencia de la vida: la supervivencia del más apto.

En palabras de Almafuerte:

No te des por vencido, ni aún vencido,
no te sientas esclavo, ni aún esclavo;
trémulo de pavor, piénsate bravo,
y acomete feroz, ya mal herido.
Ten el tesón del clavo enmohecido
que ya viejo y ruin, vuelve a ser clavo;
no la cobarde estupidez del pavo
que amaina su plumaje al primer ruido.
Procede como Dios que nunca llora;
o como Lucifer, que nunca reza;
o como el robledal, cuya grandeza
necesita del agua, y no la implora...
Que muerda y vocifere vengadora,
ya rodando en el polvo, tu cabeza !

2 comentarios:

Charles dijo...

Muy interesante el comentario. Creo que no todo lo que viene del norte del continente es malo ni para descartar. Hay muchas cosas de las que aún los más críticos antiyanquis no están dispuestos a renunciar (léase Coca cola, bluejeans, bombilla eléctrica, pararrayos o penicilina). Por lo demás, la fecha del 4 de julio tiene una trascendencia que supera al propio país que la generó. Los principios consagrados en su Constitución inspiraron la Revolución Francesa y la mayoría de las constituciones de América. No sería tan terrible que un chico sepa el significado de esa fecha.

Charles dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.